Las tribus antiguas se alimentaban de los huevos de animales salvajes que ocasionalmente encontraban. Mucho más tarde, hacia el 2500 antes de nuestra era, la domesticación de las aves hizo más cercano y accesible la obtención de este apreciado alimento...
El huevo tradicionalmente ha sido símbolo de fertilidad y vida en muchas culturas e, incluso, se lo ha relacionado con aspectos religiosos como la resurrección. Un ejemplo contemporáneo de esa relación es su presencia en rituales como la Pascua y el Año Nuevo, donde se regalan huevos de chocolate o decorados con motivos atractivos que simbolizan un renacimiento de la vida.
Los huevos de gallina son los más comunes, populares y económicos; sin embargo, existen otras aves cuyos huevos también son consumidos, aunque no son populares en nuestro medio. La codorniz, el pato, la oca, la pava y la avestruz son las más conocidas; los huevos varían muchísimo de tamaño, color, sabor y precio, dependiendo de la producción de cada zona y país.
ADIÓS AL MITO DEL COLESTEROL
El consumo de huevos ha soportado restricciones que hoy carecen de fundamento. Se ha sostenido durante décadas que los huevos son dañinos para el hígado, a pesar de que tal afirmación carece por completo de rigor científico. Sí es cierto que cuando se padece de piedras en la vesícula biliar o litiasis biliar, conviene reducir el consumo de huevos para evitar un cólico, pero también lo es que con esta patología hay que restringir la ingesta de grasas en general y no en particular la procedente del huevo. La comunidad científica, tras numerosos estudios realizados en muchos países estos últimos 20 años, ha llegado al convencimiento de que el huevo por sí solo carece de una capacidad relevante para aumentar los niveles de colesterol; por tanto, no se relaciona su consumo frecuente con un aumento de la posibilidad de sufrir infartos y enfermedades cardiovasculares. En estas patologías influyen más decisivamente otros factores, como la predisposición genética y los hábitos poco saludables como una vida sedentaria, el tabaco y el estrés y el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y grasas trans (provenientes, las trans, en su mayoría de las grasas vegetales parcialmente hidrogenadas, y presentes en productos procesados).
"¿Huevos? No más de tres por semana, que tienen mucho colesterol". ¿Cuántas veces lo hemos oído en casa? Es el momento de superar creencias basadas en planteamientos científicos no suficientemente revisados, y hacer justicia con el huevo. Es cierto que los huevos contienen una cantidad considerable de colesterol, un esterol (tipo de grasa) imprescindible para el organismo humano pero que, en cantidades elevadas, se relaciona con enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, la hipercolesterolemia (a partir de 240 mg/dl, aunque se discute si debería bajarse este umbral, y de hecho 220 mg/dl en los análisis de sangre ya suponen una llamada de atención del médico), lo que comúnmente se conoce como tener alto el colesterol, es consecuencia no tanto del consumo de un alimento en concreto como de la dieta en su totalidad y de otros factores, como los hábitos de vida o la predisposición genética de cada persona. Los expertos en nutrición de CONSUMER EROSKI recomiendan el consumo de huevos, porque es un alimento de gran valor alimenticio, muy rico en nutrientes, con proteínas de gran valor biológico, lecitina, y minerales y vitaminas.
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