En la Edad Media los italianos eran los banqueros de las
grandes ferias europeas. En el siglo XV inventaron el seguro.
Los italianos ya habían inventado la letra de cambio y la
contabilidad por partida doble (que hacia constar al mismo tiempo la situación del
comprador y del vendedor). A comienzos del quattrocentro desarrollaron un
sistema de seguros destinado a repartir los riesgos entre los mercaderes y los
navegantes. El prestador (el asegurador) declaraba comprar al capitán (el asegurado)
un lote de mercaderías que se comprometía a pagar en un plazo determinado. Sin embargo
el asegurador solo pagaba en caso de siniestro, pero recibía una prima en cada
viaje. Entre 1400 y 1440 se suscribieron en Génova más de 200 contratos de este
tipo. Posteriormente los aseguradores cubrieron varias expediciones, distribuyendo
los riesgos y percibiendo una prima en cada operación. La prima no figuraba
siempre en los contratos ya que la iglesia prohibía el préstamo con usura (es
decir, en aquella época, el préstamo con interés, pero no con una tasa
excesiva).
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